Estrellas en La Pincoya

Ubicado en Huechuraba, el nuevo Planetario de Santiago es otro indicador de por qué Chile se está convirtiendo en un foco estelar, en especial para las futuras generaciones.

Por Aldo Vidal Neira

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Las constelaciones se derraman en el cielo, Antares resplandece con intensidad y una voz nos cuenta que se trata de la estrella más brillante después del sol. Sentados, junto a una comitiva de la Universidad de Chile, y con el universo sobre nuestras cabezas, vemos una simulación del cielo nocturno de Huechuraba, un hermoso espectáculo producido por el equipo del nuevo Planetario que acaba de abrir en la Región Metropolitana. 

Enclavado en medio de la población La Pincoya, el centro astronómico lleva tres meses en marcha blanca y es toda una rareza, no sólo por la alta tecnología que posee, sino que sobre todo por la gran inversión que realizó el municipio. 

No debiera sorprendernos. En pocos años Chile se ha convertido en epicentro de la observación astronómica mundial y, de hecho, se espera que el 70% de la observación del planeta se concentre aquí con la llegada de tres nuevos telescopios al norte del país. Sin embargo, hasta hace poco, solo  contábamos con dos planetarios: el de la Universidad de Santiago, creado en 1985, y el más reciente, Mamalluca en Vicuña, inaugurado en 2022.

Con este nuevo espacio, financiado íntegramente por la comuna, Huechuraba se suma a la red mundial de centros de divulgación científica, abriendo la puerta a colaboraciones internacionales con instituciones como el Giant Magellan Telescope, el European Southern Observatory o la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía.

El alcalde Carlos Cuadrado (PPD),  con unos lentes rojos de marco grueso y pelo cano y revuelto como de genio loco, los recibe y explica entusiasmado cómo impulsó este proyecto que costó 1.500 millones de pesos y que casi naufraga en un empate de votos en el concejo municipal. Tras ese triunfo, buscó expertos en Estados Unidos para la construcción de la cúpula y la gestión del planetario, e incluso “robó” a un valioso miembro del equipo del Planetario de la Usach para dirigirlo. 

La construcción fue veloz y en un año ya estaba listo. El alcalde dice que su principal motivación fue generar entusiasmo en los jóvenes.

“Cuando un papá lleva a un niño al estadio, el niño quiere ser futbolista. Cuando lo llevan a una orquesta, quiere ser violinista. Cuando lo llevan a ver un ballet, quiere ser bailarín. Pero ¿dónde formamos a las nuevas generaciones de científicos? Cuando entran acá, todos los niños quieren ser pilotos de astronaves, quieren ser astronautas, quieren ir a la luna, quieren ser los reemplazantes de María Teresa Ruiz, de José Maza, y por lo tanto este es un semillero inagotable de científicos para el desarrollo futuro de nuestro país”.

Pero el acuerdo para la construcción de un proyecto de difusión científica como este no fue sencillo. Muchos se preguntaban si un proyecto como este era realmente necesario. ¿Por qué no destinar esos fondos a otras necesidades más urgentes de la comuna? Una respuesta posible es que el desarrollo humano también importa. Cultivar y poner una semillita en los niños, niñas y jóvenes de la comuna, inspirarlos, mostrarles que el desarrollo científico puede estar frente a sus casas y que tienen acceso gratuito puede puede cambiar el curso de sus vidas. 

Ya dentro del planetario, la oscuridad nos envuelve mientras comienza el viaje por el Sistema Solar. Nos detenemos en Marte y en Júpiter, como si fuéramos turistas cósmicos. El sonido es envolvente y la imagen fascinante gracias al software Digistar 7, una herramienta que usan los planetarios más prestigiosos del mundo.

Dicha plataforma tiene varias funcionalidades, una de ellas es que permite realizar vuelos virtuales sobre planetas. También facilita la realización de presentaciones en línea con otros centros científicos y brinda acceso a una biblioteca de contenidos en la nube que se actualiza constantemente con investigaciones y descubrimientos que suben otros recintos en red.

Al final del encuentro, Jorge Godoy, el funcionario “robado” desde el otro planetario, cuenta que están recibiendo a todos los colegios de la comuna. “Particulares, particulares subvencionados y vecinos. Pronto, yo creo que durante octubre, vamos a hacer la apertura oficial para público, o sea, a través de nuestras redes sociales, de nuestra página web, vamos a anunciar todo el flujo de compra de tickets, que va a ser a través de una etiqueta digital”, comenta.

Los responsables del planetario y también los usuarios que hoy disfrutan de sus instalaciones, coinciden en que el acceso a actividades de este tipo puede tener un impacto transformador en La Pincoya, una población emblemática y vulnerable del sector norte de Santiago. Según el director del planetario, “contar con un equipamiento tecnológico de vanguardia en una población es algo excepcional”, y este hecho podría marcar una diferencia significativa en el interés y la conexión de los estudiantes con el mundo de la ciencia. La presencia de este espacio no solo amplía horizontes, sino que también ofrece oportunidades que rara vez llegan a estos sectores.

Termina la visita. Mientras salimos al exterior, el sol alto y las calles de La Pincoya recuperan su rutina, algo persiste, algo que solo puede verse cuando uno cierra los ojos y, por un momento, sigue viendo estrellas.

Autor

  • Periodista, magister en Cine Documental de la Universidad de Chile; con experiencia en medios de comunicación escritos y audiovisuales como El Mercurio, La Tercera y Canal 13. Fue editor de contenidos del canal de televisión de la Universidad de Chile, Uchile TV,   En 2015 dirigió el cortometraje documental “Salvador”, ganador del fondo audiovisual para post producción y estrenado en 2017 en el festival Docfeed de Holanda. En 2022 publicó el libro de crónicas "Días de Fuego: doce semanas de revuelta social en Chile" en  la editorial Ril.  

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