Publicado en

La Birkin del pueblo

Lujo sin logo, aranceles que no salieron exactamente como se esperaban y una Wirkin que se vende en Walmart: ¿qué compramos cuando compramos?

Por Myriam Bustos Verdugo


¿Qué hace que algo sea lujo? ¿El logo? ¿El cuero? ¿El lugar donde se fabrica? Hace unas semanas, un hombre llamado Wangsen se volvió viral en TikTok. Desde una fábrica en China, mostraba carteras Hermès, Dior y Chanel supuestamente fabricadas por su equipo. Aseguró que esos mismos productos, idénticos en técnica y materiales a los que se venden en tiendas exclusivas, son enviados a Italia solo para recibir la etiqueta “Hecho en Italia”. Él te ofrece la misma cartera, sin etiqueta y sin logo, por un tercio del precio. La misma calidad, dice, solo que sin la marca. Como él, fueron muchas fábricas chinas las que empezaron a hacer el mismo tipo de video, algunas incluso ofreciendo la cartera con logo, sin problemas.

Pero esta oleada de videos no partió con las marcas de lujo. Todo comenzó cuando Donald Trump anunció aranceles para varios países, incluyendo China, en su llamado “Liberation Day”. Las tarifas afectarían directamente a marcas populares como Lululemon, Birkenstock o Adidas. Y fue entonces cuando algunos manufactureros chinos publicaron videos diciendo: “¿Por qué pagar más si puedes comprar directo desde nuestras fábricas?”.

Lo que no todos esperaban era que esa respuesta se extendiera al mundo del lujo. Estas marcas no eran el blanco original de los aranceles, pero terminaron en el centro de la conversación. Los videos comenzaron a mostrar carteras Birkin sin logo, fabricadas con cuero italiano y cosidas a mano por trabajadores expertos. “¿Por qué pagar 10 mil dólares si puedes tenerla por 800?”, decía Wangsen. Otros fabricantes revelaron otro mecanismo aún más increíble: venden carteras con una pieza metálica sobre el logo, una tapa removible que el comprador puede retirar. Eso ocurre, por ejemplo, con algunos modelos de Miu Miu.

Las redes sociales, especialmente TikTok, estallaron. En las “for you page” donde la moda es conversación cotidiana, los videos se replicaron con comentarios como: “The Chinese really said ‘trade war? Ok, bet'” (¿De verdad los chinos dijeron “guerra comercial”? okay, acepto el reto); se empezó a decir que fabricar una Birkin cuesta entre 1.000 y 1.500 dólares, mientras su valor de mercado puede superar los 100 mil. ¿La diferencia? El logo. Siempre se ha sabido que muchas fábricas chinas producen materiales y piezas para marcas de lujo. Lo que no todas sabíamos es que, según ellos, podíamos comprar directamente esa misma cartera, con los mismos acabados y materiales, por un tercio del precio. Sin el logo, claro. O con un logo escondido.

Lo cierto es que muchas casas de lujo tienen sus talleres en Europa. Compran algunos materiales en China, sí, pero las piezas más exclusivas se fabrican con manos europeas. En el caso de Hermès, un artesano puede tardar hasta diez años en entrenarse antes de estar autorizado a fabricar una Birkin o una Kelly. Esa formación, ese tiempo, es parte del valor simbólico de la marca.

Ahora volvamos a los videos, porque estos no sólo revelaron procesos, sino también deseos. Influencers empezaron a compartir enlaces para comprar directamente desde fábricas chinas y muchas mujeres sin plataformas tan grandes empezaron a mostrar sus compras; una de ellas muy feliz nos mostró su “Wirkin”, una imitación de la Birkin que se vende en Líder (en Chile no aún, pero sí Walmart de EE.UU y México) por menos de 100 dólares. Sabía que no era original, pero estaba feliz. Contaba que ya hay tantos dupes y fakes que ya nadie distingue cuáles son reales. Y tiene razón: la bolsa comunica estatus, incluso si no lo tiene.

Entonces, ¿qué compramos cuando compramos lujo que no lo es? ¿Estamos pagando por la calidad? ¿Qué hace que algo sea “auténtico”? ¿Compramos porque alguna vez la usó Jane Birkin y se transformó en una pieza histórica? ¿Porque la tienen las Kardashian? ¿Porque  aparece todos los días en un anuncio de Instagram? ¿Porque sentimos que nos dará estatus, aunque no sea original? ¿Está mal querer aparentar? ¿O tal vez ni siquiera se trata de eso, y la queremos simplemente porque nos gusta su diseño, porque la encontramos linda, porque queremos usarla aunque a nadie más le importe?

La verdad es que todo es válido. Es válido querer pertenecer en un mundo donde constantemente te recuerdan que no perteneces si no tienes ciertos objetos. Es válido querer tener algo que se considera aspiracional. También si la quieres solo porque sí, porque te gusta, y no te interesa aparentar nada. Lo que nos mueve a comprar lujo, incluso falso, no es una sola cosa. Es un cúmulo de gestos, símbolos, referencias, deseos, y si quieres gastar 800 dólares en una réplica que te rejuran que es la original, you do you, girl.

Porque en esa complejidad está la clave: no hay una única razón. Ni una sola forma correcta de mirar estas carteras sin logo o con el logo tránsfugo. El lujo, a veces, funciona como un espejo: refleja lo que deseamos, lo que creemos necesitar, lo que soñamos que otros vean en nosotras. Y quizá lo más revolucionario es simplemente reconocer ese deseo. Sin excusas.

¿Es menos auténtico el deseo si no puedo pagar el original? ¿Vale menos la felicidad si vino en una bolsa de Walmart/Líder? Tal vez no se trata de la originalidad del objeto, sino de la honestidad del deseo. Y en ese caso, la “Wirkin” también es una declaración.

Dudo que Trump, ni el mundo del lujo, se haya imaginado que el “Liberation Day” y los aranceles impuestos, especialmente a China, terminaría con las personas vitriniando páginas chinas o hablando por WhatsApp con vendedores asiáticos para comprar carteras de lujo a fábricas del gigante asiático, pero así pasó.

Periodista y licenciada en Comunicación Social de la Universidad Alberto Hurtado. Actualmente, se desempeña como encargada de comunicaciones en Déficit Cero y en AML Defensa de Mujeres, además de apoyar comunicacionalmente a otras organizaciones sin fines de lucro. Anteriormente, fue ejecutiva de cuentas senior en Vital Comunicaciones y trabajó en la fundación Educación 2020, donde manejó comunicaciones internas y externas. También fue parte del equipo de prensa del diario La Tercera, especializándose en el área de educación. Cuenta con siete años de experiencia en comunicaciones externas y gestión de prensa.